jueves, 19 de junio de 2008

¡Qué GRANDE eres?

El otro día pasé por mi banco para pedirle si me podía adelantar 1.500 euros con la garantía de mi nómina, que no llega a 700 euros mensuales. Es cierto que es poca cantidad lo que cobro, sin embargo, soy cliente en el banco desde el año 2002, y como tuve una tienda de informática que me fue bien, he llegado a tener en esa cuenta hasta 50.000 euros. Claro que luego vinieron unos meses de crisis, me quedé sin trabajo, y el que he encontrado ahora no es muy boyante en compensación económica.

Si viésemos un historial de la cuenta hay momentos en que ha estado en rojo; pero siempre, tarde o temprano se ha puesto al día. Ahora, la tengo en 31 euros al descubierto y una disposición de la tarjeta de crédito de 420 euros. Cada día, dos o tres veces, me llaman por teléfono los servicios centrales del Banco Popular. Mi cuenta está en Banco de Crédito Balear que pertenece al grupo. Cada día, la misma llamada. Incluso hay veces que descuelgo el teléfono y no me habla nadie, por lo que tengo que colgar. Siempre es un número oculto, “Buenos días, o tardes o noches… Le llamo de los servicios centrales del Banco Popular…” “… decirle que tiene un saldo descubierto de 31 euros, ¿Lo sabe usted?...”. Claro que lo sé… Y mejor que ellos puesto que es MI DINERO. Además me cobran intereses de demora y gastos de gestión de cobro –las llamadas, claro- Con lo cual los 31 euros se convertirán en los próximos días en cerca de cuarenta… Y siguen contando.

Lo de la tarjeta me preocupa porque ya es directamente la directora de la sucursal la que se dedica a recordármelo. Como sabe que trabajo en el pueblo y sabe donde. Aún estando retirado el lugar de la oficina del banco, intenta darme al encuentro comprando el periódico en la tienda que hay enfrente de mi trabajo, o el pan en la panadería de al lado. Cualquier cosa es buena para saludarme, no sin recordar lo que debo en el banco. SOY UN POBRE DESGRACIADO que es perseguido por una entidad bancaria a la que le debo 450 euros, y que, tarde o temprano, pagaré, no solo porque me considero una persona honrada, sino por el acoso y derribo al que estoy siendo sometido.

Los bancos manejan dinero ajeno, EL NUESTRO, el de cada uno de sus pequeños o grandes clientes, que para ellos, para su contabilidad es PASIVO. Y no obstante han olvidado tanto esto que es consideran nuestros acreedores.

Una vez en un documental de TV3 donde preguntaban a extranjeros que les extrañaba más de este país, uno de ellos, Sueco, comentó algo que llevo yo pensando desde hace tiempo. Lo que más le extrañaba era el trato que recibía de los bancos. Por lo visto en su país el que una persona confíe en una entidad bancaria para depositar sus dineros es algo que valora extremadamente la compañía. Aquí, nos tratan como si fuésemos a la cola del INEM, o a la de Hacienda cuando tenemos que pagar y, aún así, perdemos toda la mañana. Además, si en aquel país decides dar de baja una cuenta el banco intenta que no te vayas –que es lo que corresponde, puesto que tú eres el cliente-. Aquí no. Aquí reclamas cualquier pamplina de gasto que te hayan cobrado y se te ocurre decir que si no te quitan tal o cual comisión darás de baja la cuenta, y el banquero de turno se limita, sin hablarnos, a ofrecernos la solicitud de baja. SIN MÁS.

¿Porqué ocurre semejante despropósito? He reflexionado mucho al respecto. Puesto que a todo ello, un día, a las siete y media de la mañana, mientras tomas el café en el bar de siempre, y comienzas a leer el periódico, te sorprende y te hunde parte de tu futuro el siguiente titular: “VICENTE GRANDE HA SOLICITADO LA SUSPENSIÓN DE PAGO PERSONAL Y EMPRESARIAL”. ¡ANDA!. Y cuando lees más abajo el desarrollo de la noticia te enteras que debe más de 600 –SEISCIENTOS- millones –MILLONES- de euros –DE EUROS- , no de pesetas, porque si trasladamos el importe a lo que nuestra mente aún entiende son cien mil –CIEN MIL- millones –MILLONES- de pesetas –PESETAS-. Es decir la mitad de lo que costó el AVE de Madrid-Sevilla. O casi lo que costó las olimpiadas. Un solo empresario.

Necesitas todo un día para digerir esto. Vives el día como puedes, sin coche, porque está en el taller. Trabajas por siete euros la hora. Intentas olvidar el tema, porque en principio no parece que te influya demasiado. Vuelves a casa, compras un kilo de tomates para comer una ensalada –buenísima por cierto-, y unas hamburguesas caseras. Y lavas los platos, y friegas el suelo y te tumbas en el sofá. No sales porque las cuentas no te saldrían demasiado bien a fin de mes, y porque no tienes dinero para hacerlo. Y vuelves a recibir las llamadas del Banco Popular exigiéndote el pago de 31 euros de descubierto. Y para colmo cuando ves el correo tienes otra carta del banco diciendo que has de poner al día la tarjeta de crédito, que por cierto, teniendo un límite de 900 euros, el banco te la ha cancelado temporalmente hasta que liquides los dichosos 420 euros. En fin una vida normal y común como la del resto de la clase media española.

Supongo que al mismo tiempo que yo friego mi casa y mis platos la criada de Grande, el de la suspensión de pagos, les ha hecho la comida y está ahora metiendo los platos en el mega-fashion-lavavajillas. Parece demagogia, y lo es. La misma que utilizan ellos con nosotros. ¡EMPATADOS!

Al día siguiente, vuelvo al café, temprano, y en el periódico continúa el espectáculo. De los seiscientos millones de euros que declara deber ese señor, cuatrocientos son a entidades bancarias. ¿Cuántas veces le llamarán a su casa para reclamarle las deudas? Debe de haber todo un departamento pendiente a todos sus números de teléfonos, que no han de ser pocos.

De esa cantidad de millones, 110 se los debe a Sa Nostra. Una Caja de Ahorros. Una entidad que es pública, de todos nosotros. ¿Cómo puede ser que una entidad se niegue a darme a mí 1500 euros que le pido, y otra, pública, haya llegado a esa situación con ese señor?

Porque queridos lectores, si le aceptan la suspensión de pagos, pasan varias cosas:
1.- Los intereses de demora se congelan y no siguen subiendo el importe del capital. –A ver si a algunos de nosotros nos dejan siquiera interponer la posibilidad de declararnos en suspensión de pagos, aunque creo que yo lo intentaré-,
2.- Se nombran unos auditores, o interventores que cobrarán un dineral para ver si está todo en orden. –Ya sabemos que no lo está, POR DIOS. Todo esto es pura corrupción. POR DIOS. Es imposible que alguien llegue a esa situación si va con buenas maneras. POR DIOS.-
3.- Como es tanta la cantidad de la que estamos hablando, a ningún banco le interesa airear los filtros inexistentes y obviamente amiguistas por los que este individuo a logrado endeudarse de esta manera.
4.- Debida a la anterior apreciación, es evidente, que:
4.1. Vicente Grande, se irá por la puerta GRANDE de la economía balear, por haber toreado perfectamente a tantísimo sinvergüenza.
4.2. A mí me seguirán llamando cada día par reponer los 31 euros, y tal vez la tarjeta de crédito no me sirva nunca más aunque cancele la deuda.
4.3. Seguiré comiendo mi estupenda comida –es el único consuelo que me queda de todo esto, ya que él jamás la probará-. Seguiré lavando mis platos y fregando el suelo de la cocina.

De todas maneras, debemos de tener conciencia de que algo ha de cambiar en nuestra estructura bancaria donde alguien es capaz de usar el dinero de esa manera. Dinero que los bancos prestan. Dinero que depositamos todos en nuestras delgadas y frágiles cuentas corrientes. El pueblo, nosotros, los ímbeciles, los manejables, hemos demostrado a lo largo de la historia que cuando nos cansamos, nos sentimos ultrajados una y otra vez, juegan con la información, nos insultan desde las grandes empresas, las corporaciones y las administraciones. Nosotros, también tenemos un límite de “soportación”, y cuando ese límite se cruza, somos impredecibles, porque ya no somos manejables, porque ya no somos colectivo, sino individuos que conjuntamente y sin dejar de ser uno unido a otro y otro a los demás, conforman la protesta que a veces origina una revolución.
Tener cuidado. Estamos alertas. Y sobre todo estamos hartándonos. El límite está punto de ser cruzado.

¡Qué GRANDE eres?

Q

martes, 3 de junio de 2008